Monasterios en las Rutas del Vino de España

Impregnados de historia y espiritualidad, los monasterios permiten una inmersión profunda en la cultura y las tradiciones locales de las Rutas del Vino de España en las que están ubicados. Su impresionante arquitectura y detalles artísticos junto a sus ubicaciones, retiradas y llenas de romanticismo, los hacen lugares idóneos para desconectar del bullicio y de las rutinas. Muchos de los que encontramos en los territorios vitivinícolas guardan también una historia relacionada con la viña y el proceso de elaboración del vino, a veces incluso reflejada en capiteles de columnas o en pinturas del interior.

Prácticamente en todos los territorios por donde discurren nuestras Rutas del Vino de España encontraréis estos interesantes monasterios, algunos hasta con hospedería donde pasar unos días de descanso y reflexión. Iniciamos aquí un recorrido para conocer unos cuantos de estos edificios, y os animamos a visitarlos, ¡estos y todos los demás!

Monasterio de Leyre, en la Ruta del Vino Navarra

El entorno natural donde está enclavado este monasterio es tan hermoso que dice la leyenda que su abad, San Virila, quedó tan extasiado por el canto de un pájaro en un paseo por el bosque que cuando regresó al monasterio ya habían pasado trescientos años. En recuerdo a este milagro se levantó una fuente en el lugar donde se cree que ocurrieron los hechos. Pero, leyendas aparte, hay que reconocer que por su valor histórico, religioso y artístico este es uno de los conjuntos monásticos más importantes de España. Declarado primer Monumento Nacional de Navarra en octubre de 1867, este cenobio es una de las visitas que se deben contemplar en la Ruta del Vino de Navarra, una tierra unida a la cultura vinícola y con una apasionante historia.

Fundado en el siglo IX, el monasterio benedictino de San Salvador de Leyre desempeñó un papel crucial en la consolidación del Reino de Navarra. El rey Sancho III el Mayor incluso lo denominó “centro y corazón de mi Reyno”. Podemos destacar tres lugares de este conjunto: la cripta, que es una de las obras maestras del románico español; la Porta Speciosa”, con sus bellísimos relieves; y el panteón de los primeros reyes. Si podéis, haced coincidir la visita con algún oficio religioso porque la comunidad benedictina que reside allí mantiene viva la tradición de los cantos gregorianos. Y si queréis una inmersión mayor, también podéis alojaros en la hospedería monástica durante unos días.

Monasterio Leyre, en Ruta del Vino Navarra

Monasterio Leyre. Rudolf Ernst iStock

Real monasterio de Santes Creus, en la Ruta del Vino Penedès

Este monasterio de la provincia de Tarragona forma parte de la Ruta del Císter junto con Poblet y Vallbona de les Monges y, también, de la Ruta del Vino del Penedès. Esta combinación cultural y enoturística resulta perfecta porque permite disfrutar tanto de su arquitectura como del placer de catar algunos de los mejores vinos y cavas de Cataluña.

Fundado en 1160, este cenobio cisterciense, el primero de la Orden en la región, destaca por su arquitectura gótica. Su iglesia, de nave única y bóvedas de crucería, es un magnífico ejemplo del gótico catalán. Sus vidrieras son simplemente espectaculares. No os perdáis su claustro, el primero de estilo gótico de la Corona de Aragón (siglo XIV), con capiteles ricamente decorados que narran escenas bíblicas y de la vida cotidiana. Además, en Santes Creus están los mausoleos reales de Pedro III de Aragón y Jaime II el Justo y su esposa Blanca de Anjou, que fueron mecenas del monasterio y quisieron ser enterrados en este lugar, lo que realza su importancia histórica.

Monasterio Santes Creus en la Ruta del Vino Penedès

Monasterio Santes Creus. Guy-ozenne iStock

Monasterio de Piedra, en la Ruta del Vino Calatayud

Ubicado en un lugar de extraordinaria belleza, con cascadas y jardines, el monasterio de Piedra es una visita obligada en la Ruta del Vino Calatayud (Zaragoza). Fue fundado en el siglo XII por una comunidad de monjes cistercienses y su arquitectura, que refleja la austeridad propia de la orden, también tiene elementos que muestran uya na evolución hacia el gótico. Debido a diversos avatares históricos (como la desamortización de Mendizábal y la expulsión de la comunidad que lo habitaba) toda la propiedad fue subastada. La adquirió en 1843 un particular, Pablo Muntadas Campeny, por 1.250.000 reales. Cuando heredó la propiedad su hijo Juan Federico Muntadas transformó la huerta en un jardín paisajista con cascadas y el monasterio en un hotel con hidroterapia. Entre los elementos monumentales del monasterio que más llaman la atención están el claustro, la sala capitular y la iglesia, que está en ruinas pero tiene mucho encanto.

Se cuenta que fueron los monjes de este monasterio los primeros en probar el chocolate en Europa, cuando llegó desde América. El cacao fue enviado con la receta del chocolate por un monje del Císter que acompañó a Hernán Cortés en su viaje a México. Desde el claustro se puede acceder a la antigua bodega de los monjes donde ahora está instalado el Museo del Vino de la D.O. Calatayud. Os sorprenderá descubrir los conocimientos de viticultura de la comunidad cisterciense.

RV CALATAYUD Lago del Espejo en Monasterio de Piedra

Monasterio de piedra, Ruta del Vino Calatayud

Monasterio de Silos, en la Ruta del Vino Arlanza  

Este es uno de los centros monásticos más famosos de la provincia de Burgos y, sin duda, visita obligada si se recorre la Ruta del Vino Arlanza. El monasterio de Silos es conocido por su fundador, Santo Domingo, pero también por su bello claustro y por el canto gregoriano. Su historia se remonta al siglo XI cuando el rey Fernando I de Castilla envió al monje riojano Domingo Manso a recuperar el cenobio anterior, que había quedado deteriorado tras el paso de Almanzor. Entre las ampliaciones de Santo Domingo está un bellísimo claustro, conocido por su capiteles finamente tallados con escenas bíblicas, una obra maestra del arte románico. Tras la muerte del monje en 1073, este fue canonizado y su tumba se convirtió en destino de peregrinos.

En aquella época la comunidad benedictina gozaba de poder, influencia y acceso a diezmos. Según indican algunos archivos, este monasterio tenía 85.000 cepas en los mejores terrenos y un “cillar” donde guardaba el vino. Incluso se halla documentado que a cada monje le tocaban dos litros y medio de vino al día. En aquella época, el vino era un alimento necesario porque aportaba calorías y era más seguro que beber agua: esta era considerada un foco de infecciones, mientras que el vino resultaba el mejor antiséptico contra las bacterias y parásitos.

Con la desamortización de 1835 la comunidad de Silos se dispersó. Cuarenta y cinco años después quiso el azar que los monjes benedictinos de la abadía francesa de San Martín de Ligugé fuesen expulsados y se trasladaron a este lugar. Actualmente, es un importante centro espiritual, famoso por la preservación del canto gregoriano, que todavía se practica allí y que se puede escuchar a distintas horas durante los oficios diarios. Además, la comunidad benedictina de Silos ofrece su hospedería (de 3 a 8 días) a quienes deseen pasar unos días de introspección y recogimiento.

Monasterio de Silos, Ruta del Vino Arlanza

Monasterio de Silos, Rudolf Ernst iStock

Monasterio de La Vid, en la Ruta del Vino de Ribera del Duero

El monasterio de Santa María de La Vid, en Brugos, dentro de la Ruta del Vino Ribera del Duero, es una obra maestra de Renacimiento y el Barroco. Fundado en el siglo XII por monjes premonstratenses gracias al apoyo real, ha sido un importante centro religioso y cultural a lo largo de los siglos. Su iglesia, construida en el siglo XVI, es de estilo renacentista, mientras que el retablo mayor es un excelente ejemplo de barroco español (siglo XVIII).

Fue abandonado en 1835, y durante las tres décadas siguientes desaparecieron gran parte de las obras, artísticas y literarias que guardaba la comunidad de monjes. Con el tiempo, la abadía fue adquirida por la orden de San Agustín de la Provincia de Filipinas, con el objetivo de convertirla en casa de estudio y formación de religiosos.

También está abierto a las visitas. En ellas se recorren los claustros, la biblioteca, la iglesia, el patio central, la sacristía, la escalera imperial y el Museo Religioso y el Numismático. Son siempre visitas guiadas, realizadas por monjes agustinos, que son los que mejor conocen su historia. Allí podéis admirar el único bestiario escrito en castellano del mundo, se titula ‘Bestiario de Juan de Austria’ (1570) y su autoría se atribuye a Martín Villaverde, que lo dedica a Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos V.

Para vivir una experiencia totalmente inmersiva, este monasterio también brinda alojamiento en su hospedería de tres estrellas, que cuenta con 34 habitaciones.

Monasterio de La Vid en Ruta del vino Ribera del duero

Monasterio de La Vid. copy iStock KarSol 

Monasterio de Santa María de Veruela, en la Ruta del Vino de la Garnacha – Campo de Borja

Continuamos esta ruta de calma y paz en la provincia de Zaragoza, en las faldas del Moncayo, porque llegamos al monasterio de Santa María de Veruela, uno de los primeros cenobios cistercienses de Aragón (siglo XII). Se encuentra dentro de la Ruta del Vino de la Garnacha-Campo de Borja y ya en siglo pasados este centro monástico disponía de viñedos y bodega para abastecerse de vino. Las primeras referencias escritas sobre viñedos en esta zona se remontan a 1203, cuando el quinto abad de Veruela donó las viñas de Magallón. Esta es, por tanto, una parada obligada en una escapada enoturística por tierras aragonesas. Además, en él está alojado el Museo del Vino de la DO Campo de Borja.

La arquitectura de este monasterio, con su imponente iglesia y un claustro que refleja la austeridad propia del Císter, exhibe tanto elementos medievales de piedra como renacentistas de ladrillo y de yeso, que aportan una nota singular al conjunto. La iglesia abacial, con su planta de cruz latina y su bóveda de crucería es uno de los ejemplos más representativos del románico cisterciense en España. En el claustro buscad un pilar formado por varias columnas cuyos capiteles tienen talladas hojas de vid con sus racimos de uva.

Varios años después de aplicarse la desamortización de Mendizábal sobre el mismo, se decidió que serviría como hospedería. Uno de los personajes ilustres que estuvo aquí alojado durante largas temporadas fue Gustavo Adolfo Bécquer, que se inspiró en su entorno para escribir algunas de sus obras más conocidas.

Monasterio de Veruela en la ruta del Vino Campo de Borja

Monasteiro de Veruela. iStock eishier

Monasterio de San Millán de la Cogolla, en la Ruta del Vino Rioja Alta

Este itinerario termina en San Millán de la Cogolla, en la Ruta del Vino Rioja Alta, donde encontramos un conjunto monástico formado por dos de los cenobios más singulares de La Rioja: el primitivo de San Millán de Suso (o de arriba) y el de San Millán de Yuso (o de abajo), delcarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997 “por razones históricas, artísticas, religiosas, lingüísticas y literarias”.

Si nos detenemos en el aspecto cultural, hay que señalar que este fue uno de los centros de cultura más importantes del país, y eso se percibe en su amplia colección de códices. Entre ellos está el Códice 60 que recoge las Glosas Emilianenses en las que se intercalaron palabras en lengua romance que, con el tiempo, se convertiría en nuestra lengua castellana. Por este motivo, San Millán es conocido como la “Cuna de la Lengua”. Gonzalo de Berceo, el primer poeta conocido en lengua castellana, recibió su primera formación en el monasterio de Suso, y tras volver de sus estudios universitarios ejerció de notario en el de Yuso.

Desde el punto de vista de la arquitectura son dos cenobios muy distintos. En el monasterio de Suso, edificado en el entorno de la cueva donde vivió y falleció San Millán en el año 574, se superponen los estilos visigóticos, mozárabes y románicos, mientras que el de Yuso, de mayor tamaño, muestra una arquitectura románica evolucionada, principalmente renacentista y barroca debido a su reconstrucción entre los siglos XVI y XVIII.

La construcción del segundo monasterio tendría que ver con la importancia que fue adquiriendo el primero como destino de peregrinación. En el siglo XI, el rey D. García, ‘el de Nájera’, ordenó trasladar los restos de San Millán al monasterio de Santa María La Real (de Nájera) y la leyenda dice que los bueyes que portaban esos restos se quedaron clavados en el suelo al llegar al valle, lo que fue interpretado como una señal de que el santo no quería abandonar el lugar, así que se levantó allí mismo el monasterio, el de Yuso. Hoy está habitado por frailes agustinos recoletos que llegaron en 1878, y su biblioteca alberga ejemplares raros que son grandes tesoros literarios.

Monasterio de Yuso en la Ruta del Vino Rioja Alta

Monasterio de Yuso. San Millan de la Cogolla. KarSol iStock

Pepa García, periodista especializada en viajes.

Lleva más de dos décadas trabajando en prensa turística, cultural y gastronómica. Amante del turismo y la buena mesa, disfruta de la vida sencilla y el contacto con la naturaleza. Siempre la encontraréis cerca del mar.

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