Municipio de Briñas – Rafael López Moné

Caminar en un paisaje de viñas

La Ruta del Vino Rioja Alta es un camino que no se cuenta en kilómetros sino en siglos de historia. Y es que ya cuando los peregrinos medievales pasaban por los territorios que hoy forman parte de esta Ruta del Vino, como Nájera, en su devoto caminar hacia Santiago de Compostela, sus ojos contemplaban estos paisajes riojalteños cubiertos vides. En aquella lejana Edad Media los monjes recogieron el conocimiento vitivinícola que habían dejado los romanos perpetuando así un modo de hacer tradicional que, como todo el mundo sabe, arraigó en el territorio y nos ha llegado hasta el día de hoy.

Hay muchos caminos para recorrer a pie la Rioja Alta y arrancaremos con el de Santiago emulando a los peregrinos de antaño, quienes, en su paso por la región, probablemente ya degustaran el magno elixir que elaboraban los monjes. Logroño puede ser un buen comienzo en esta cata del territorio riojalteño. Entrando a la ciudad por el magnífico Puente de Piedra que cruza el Ebro entenderemos que siempre tuvo hechuras de señora noble. Es un puente al estilo de los de Toulouse o París, desde el que contemplar otra de esas construcciones (de corte más moderno, eso sí) por las que Logroño sale siempre en las fotos: la Casa de las Ciencias, un edificio en tonos rojizos que se refleja en el río y que, en otros tiempos (a principios del siglo XX) fue un matadero municipal.

Entremos, pues, en Logroño pisando vías que ya se transitaron en época medieval y levantemos la cabeza ante todas esas iglesias que dieron cobijo espiritual a los viajeros en época pretérita -y aún hoy- como la de San Bartolomé, Santiago el Real o Santa María de la Redonda, que atesora una ‘Crucifixión’ atribuida al maestro Michelangelo Buonarroti.

Hay que quedarse en Logroño para visitar de noche la famosa -y muy vinícola- calle del Laurel, para después continuar la ruta en dirección a otra de las localidades que desde siempre ha abierto los brazos a los peregrinos: Nájera. Aquí se cumple la octava etapa del clásico Camino Francés que después pasará por Azofra, Cirueña y Santo Domingo de la Calzada. Si Nájera presume de monasterio célebre (Santa María la Real), alcázar y bodegas centenarias, también Santo Domingo de la Calzada muestra sus ases en la manga poniendo sobre la mesa una concatedral, una torre exenta y una abadía cuyo albergue de peregrinos sigue estando gestionado por las monjas cistercienses.

Senderos del Vino – Ruta del Vino Rioja Alta

El de Santiago no es el único camino que se puede seguir en la Rioja Alta. Con las botas de montaña puestas y la mochila en ristre uno se puede animar a recorrer alguno de los Senderos del Vino que, con más o menos kilómetros y diversas dificultades, permiten pasear a la vera de campos tapizados por tempranillos, garnachas, malvasías o maturanas. Los itinerarios son muchos y variados: con premio arquitectónico incluido están la ruta de Davalillo, que nos acerca a un imponente castillo románico del siglo XIII (7 kms); la de Montalbo, que visita una torre de corte noble del siglo XVIII (15 kms); o la ruta que desde San Vicente de la Sonsierra nos lleva hasta las necrópolis de Artajona y de Hornillos pasando por la ermita de Santa María de la Piscina (16 kms); Entre los itinerarios más largos (que también se pueden hacer en bici) está la ruta circular que recorre las localidades de Cuzcurrita de Río Tirón, Sajazarra y Tirgo (22,5 kms) y la ruta panorámica que, entre pinares y viñedos, se mueve alrededor de Cenicero (33 kms).

Ermita Santa María de la Piscina – Ruta del Vino Rioja Alta

Que Rioja es sinónimo de vino lo sabemos aquí y en el Mundo entero, pero probablemente solo quienes la visitamos desde nuestro propio país sabemos que la Rioja Alta es también sinónimo de verduras recién cogidas de la huerta (que nunca nos falten, por favor, esas patatas a la riojana con chorizo y pimentón) y de pimientos del piquillo rellenos de carne. Y luego están las pochas. Esas pochas a la riojana que se preparan con panceta, chorizo y muchas horas de cocción a fuego lento y que suelen entrar mejor con los fríos del otoño y el invierno. Los que somos de por aquí también sabemos que no hace falta recorrer los pueblos de más fama y monumentalidad para que en algún asador o bodega te preparen esas chuletillas asadas al sarmiento que deberían ser patrimonio inmaterial de la humanidad. Hay que acompañarlas siempre de un vino autóctono, claro, y dejar algo de hueco para que nos entre algún mazapán o una pera al vino.

Al final del ágape, nunca hay dificultad en la Ruta del Vino Rioja Alta para encontrar un quehacer deportivo que nos ayude a quemar calorías. Los senderos son muchos, pero también los rincones fluviales en los que practicar kayak o piragüismo. Y luego están los montes Obarenes y las sierras de Cantabria y la Demanda donde animarse a una escalada, a una actividad de orientación o, por qué no, a un vuelo en globo…